D. Antonio Maura |
"UN ACCIDENTE DE AUTOMÓVIL.
En el domicilio particular del Sr. Maura hubo anteanoche grandísima alarma. El caso no era para menos. La señora viuda de Gamazo y su sobrina, la señorita Constanza Maura, hija del ilustre Jefe del Partido Conservador, siguiendo la costumbre de otros días, salieron por la tarde a dar un paseo en automóvil. Llego la hora de la cena, y ninguna de las dos había regresado.
Algo inquietos por la tardanza, pero suponiendo que se trataría sólo de un pequeño retraso, motivado por cualquier causa imprevista, los señores de Maura decidieron aguardar cenando la llegada de las señora. Pero acabó la cena, dieron las once, las doce, la una de la madrugada, y ni las señoras llegaban ni se tenía de ellas la menor noticia.
Justamente alarmados ante la posibilidad de un accidente de automóvil, el Sr. Maura y sus hijos preguntaron por teléfono al Gobierno Civil y la Jefatura de Policía. En ninguno de los dos centros se sabía nada. El Gobernandor Sr. Alonso Castrillo, expidió en el acto telegramas a todos los puestos próximos de la Guardia Civil y se telefoneó a los pueblos inmediatos. Las contestaciones fueron igualmente negativas.
En esta zozobra transcurrió toda la noche. En cuento fue de día, los hijos del señor Maura y algunos amigos intimos que habían sido enterados por teléfono de lo que ocurría, salieron precipitadamente en cuantos automóviles pudieron reunir, por las diversas carreteras que parte de la corte, con objeto de inquirir detalles del paradero del auto. El propio D. Antonio iba en uno de ellos.
En las primeras horas de la mañana uno de los hijos del Sr. Maura encontró en la carretera de Andalucía el coche, que venía ya a Madrid con las dos señoras.
Lo ocurrido había sido sencillamente lo siguiente: La hermana polítivca y la hija del Sr. Maura habían llegado en un paseo hasta el próximo pueblo de Villarejo de Salvanés. Al ir a virar para emprender el regreso a Madrid se rompieron casi simultáneamente dos neumáticos. El chauffeur, al examinar la avería, se encontró con que su reparación exigía bastante tiempo, y así lo hizo saber a las viajeras, que, con grandísima contrariedad, tuvieron que resignarse a no volver a Madrid. Afortunadamente, en el pueblo de Villarejo posee una finca el marqués de Corvera, y enterado el mayordomo de lo que ocurría, las preparó alojamiento en ella para que pasaran la noche. Por estar cerrada la estación telegráfica de Villarejo no se pudo avisar a Madrid.
No hay que decir la alegria con que en el domicilio del Sr. Maura fue acogido el regreso de las dos señoras, a quienes se creía víctimas de algún triste accidente."
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